Tuesday, January 23, 2007

El Rapto

Por: Pastor Efraim Valverde, Sr.

Habiéndose levantado Roma para contraatacar a sus enemigos, organizó la también hoy históricamente conocida Contrarreforma. Entre los líderes de la Iglesia Romana del año 1534, el sacerdote católico Ignacio de Loyola (1491-1556), fundó la “Compañía de Jesús” mejor conocida como “Orden de los Jesuitas”, la cual organizó, y hasta la fecha trabaja en defensa de los asuntos del Papado.
El voto solemne de los integrantes de la sociedad de los Jesuitas consiste en usar todas las armas y medios posibles a su alcance (desde lo más noble y sagrado, hasta lo más horrible y degradante) para defender el papado y a la Institución Católica. Entre estas armas fueron consideradas las intelectuales, torciendo las interpretaciones de tipo profético-doctrinal. Y así, en el año 1585 otro jesuita, Francisco Ribera (1537-1591), publicó en un tomo de 500 páginas el sistema de interpretación profética futurista identificada hoy como Futurismo. Publicó sus teorías argumentando que las interpretaciones de los reformadores, quienes señalaban al papado como “el hombre de pecado, el hijo de perdición”, no eran correctas. Ribera insistió en que los reformadores estaban equivocados porque según él, el anticristo todavía no venía, sino que tenía que aparecer en escena en el futuro, en los últimos días de los cumplimientos proféticos. Esto en todo caso, es exactamente lo que enseña el Futurismo hasta el presente día.
Habiendo así comenzado a ofuscar y a desviar las mentes entre el Cristianismo Protestante, las teorías del Futurismo, sin embargo no encontraron al principio mucha aceptación entre la multitud de los nuevos adeptos del entonces creciente Protestantismo. Fue hasta el año 1826 cuando habiendo sido introducidas estas teorías en la Iglesia Anglicana de Inglaterra, por un ministro llamado S. R. Maitland, asistente del obispo de Canterbury, las interpretaciones del Futurismo empezaron a tener más aceptación entre el pueblo protestante y evangélico. Después de casi dos y medio siglos, éstos aceptaron las ideas torcidas del Futurismo habiendo para entonces y hasta hoy, olvidado casi por completo sus orígenes.

Teorías del Futurismo

Un incidente de tipo espiritual acontecido a mediados del siglo XIX, contribuyó particularmente, a favor de las teorías futuristas entre el Cristianismo Protestante y evangélico. Este incidente sucedió en cierta congregación del sur de Inglaterra donde había creyentes que aceptaban y practicaban las demostraciones del Espíritu, incluyendo el hablar en “lenguas angélicas”. Orando, una muchacha fue tomada por “el espíritu” y empezó a dar un mensaje que anticipaba:
“La Iglesia no tendrá que pasar por tribulación, sino que será recogida en un rapto misterioso, antes de la gran tribulación precedente a la Segunda Venida del Señor”.
Después de haber sido aceptado este mensaje como de origen divino por el pastor local, cundió su popularidad en la región hasta llegar a Londres. Allí encontró la aceptación de los dirigentes de la Iglesia Anglicana de Inglaterra, dando así el Futurismo otro paso para ser considerado más en serio por el mundo protestante y evangélico. A principios del siglo XX, tuvo su cumplimiento la profecía dada por el profeta Joel (2:23) referente a “ la lluvia tardía”. Entrando el siglo, empezó a ser derramado el Espíritu Santo en tal forma que en unos cuantos años alcanzó a llegar a todos los confines de la Tierra. A raíz de esta manifestación, tuvieron sus inicios los movimientos religiosos de tipo pentecostal, los cuales para este tiempo son instituciones reconocidas al igual que sus progenitores. Con las manifestaciones del Espíritu Santo, vinieron también los consecuentes “espíritus de error y doctrinas de demonios” (1 Ti. 4:1). En este ambiente fue más fácil para el engañador el seguir repitiendo el mensaje de un rapto misterioso y de otras enseñanzas torcidas. Cada una de estas “revelaciones” que aparecieron en sus respectivos tiempos dieron en resumen, una tremenda prosperidad al futurismo. Esta prosperidad no solamente ha prevalecido, mas aun ha aumentado en el transcurso del siglo XXI.
Durante el transcurso del siglo XXI, y hasta la fecha, las interpretaciones y teorías del futurismo han sido propagadas por todos los medios imaginados posibles, por las grandes y poderosas (y aun menos grandes) instituciones religiosas de todos tamaños y tintes doctrinales, y por todos los medios de comunicación existentes (letra, radio, televisión, etc...). Para este fin han servido muy eficazmente por cierto, las versiones o traducciones arregladas al respecto. Entre estas está en forma particular, la versión con notas del Dr. Scofield. De igual manera han contribuido al respecto, la multitud de libros que se han escrito sujetos a la mentalidad inicial del Jesuita Ribera. La verdad innegable es que para el tiempo presente, las interpretaciones futuristas se enseñan y se aceptan entre la gran mayoría del profesante cristianismo, como interpretaciones de origen netamente divino.
A cualquier cristiano le consta que el diablo nunca ha estado conforme con presentar una mentira sola y hasta ahí, sino que lo hace encadenando una mentira tras otra. A la mentira inicial del Futurismo (expresada por el Jesuita Ribera hace ya más de 400 años, cuando este dijo que el anticristo aun no ha venido), para el presente tiempo le han sido agregadas muchas más entre las cuales menciono las siguientes:
A la septuagésima (70) semana simbólica de la profecía de Daniel, la han convertido en una semana de 7 años literales. Para ser posible tal cosa se enseña que desde al año 70 de la era Cristiana, “el reloj del tiempo profético de Dios está parado”. Tal declaración obliga a negar los hechos portentosos y acontecimientos de carácter universal que son hoy historia y como tales, testimonios inmutables de grandes profecías ya cumplidas. Una de estas es la muerte de más de 70 millones de mártires (empezando con los mismos apóstoles) quienes en el transcurso del tiempo en que “el reloj de Dios está parado”, han sido llevados a la muerte por su amor y fe en Jesucristo, el Señor.
El Futurismo enseña que la Iglesia está llamada para no sufrir ninguna especie de tribulación y que en cambio, tiene promesa de Dios para vivir aquí una vida holgada y rodeada de toda clase de bendiciones materiales.
También enseña que “lo que impide” para que se manifieste el anticristo es el Espíritu Santo en la Iglesia. Que el Espíritu Santo, por su parte, “es quitado de en medio” con el acontecimiento de un “rapto misterioso”. (Por cierto que “el rapto” es, a su vez, el invento más importante y popular del Futurismo).
Hasta después de ese “rapto misterioso”, insisten los futuristas, empieza la apostasía en la Iglesia. El desvío y la degradación religiosa que ha prevalecido ya abiertamente por los últimos 16 siglos, no tiene nada que ver con los cumplimientos proféticos, según ellos.
El anticristo, que hasta después de “el rapto” aparece, es el que engaña a los judíos y edifica el nuevo Templo en Jerusalem.
Después de ello, ya convertido en “la bestia”, empieza a marcar con el número 666. Es en ese tiempo cuando, de acuerdo con las interpretaciones absurdas del Futurismo, “los santos de la tribulación son salvos por su propia sangre”.
Inclusive, mientras “el reloj de Dios está parado”, el Señor y el Cristianismo no tienen nada que ver con Israel. El Pueblo Judío hoy presente, e incluso el nuevo Estado de Israel, nada tienen que ver con las profecías cumplidas; y para algunos de ellos, ni siquiera existen. Todas las bendiciones señaladas en las Sagradas Escrituras son para la Iglesia, que es ahora el Israel espiritual. En cambio, todas las maldiciones escritas en el Libro Santo son para Israel y lo que restare del Pueblo Judío. -“Eso y más se merecen porque ellos mataron a Cristo”, dice el cristianismo en su triste turbación.
Inclusive, en su tenacidad de sostener que “el reloj profético de Dios está parado”, los futuristas enseñan que la degradación moral en la presente civilización no tiene nada de excepcional porque el pecado y la inmoralidad siempre han existido. Para ellos, aun la tremenda realidad del aumento de la población mundial nada tiene tampoco que ver hoy con los cumplimientos proféticos. Tampoco tienen nada que ver las dos guerras mundiales que ha habido ya en el transcurso del siglo XXI porque –“guerras y rumores de guerras siempre ha habido”, dicen. La creciente ola de hambres, pestes y demás calamidades son problema que no tienen ningún valor profético puesto que serán, inclusive, solucionados aquí con “el rapto”. –“Al venir el anticristo habrá, en los primeros tres y medio años de la septuagésima semana, un tiempo de bonanza y de prosperidad en toda la Tierra”, dicen ellos.
Conforme a las teorías del Futurismo, “el reloj de Dios” empieza otra vez a andar al efectuarse “el rapto misterioso” y, según ellos hasta entonces empiezan también a cumplirse las profecías de Daniel y del Apocalipsis. El texto que usan para enseñar que la Iglesia es raptada, es el que dice: “Después de estas cosas miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo: y la primera voz que oí, era como trompeta que hablaba conmigo, diciendo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de ser después de éstas” (Ap. 4:1) Cualquier lector que tenga una mente libre puede entender que aquí la voz se está dirigiendo al apóstol Juan cuando dice: “Sube acá”. Los futuristas sostienen, en cambio, que esta escritura quiere decir que aquí la Iglesia es raptada y que aquí en adelante ya no tienen nada que ver con las profecías de los capítulos restantes de este libro profético.
Muchos de estos intérpretes, en su turbación, ignoran voluntariamente el hecho innegable de que la Iglesia es mencionada varias veces a lo largo de los capítulos subsiguientes al cuarto, versículo 1. (Léase, por favor, AP. 7:13-14, 9:4, 12:17, 14:4 y 13, 15:2-4, 18:4, 19:10. 20:6 y 22:11-14). Imposible me es aquí describir todas las absurdas interpretaciones que los futuristas dan a estas escrituras en su obsesión de negar que es a la Iglesia, o a los miembros de ella a los que allí se refieren.
Para ilustración, menciono una de las más sobresalientes y descabelladas:
El cap. 6:9 dice: “Y cuando él abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos por la palabra de Dios y por el testimonio que ellos tenían”. Es fácil entender que aquí se trata de los cristianos mártires. En cambio, el Futurismo enseña que éstos son “los santos degollados”, o sea, la multitud de creyentes que por descuidados se quedaron cuando sucedió “el rapto”. Éstos, según la teoría futurista, durante la semana de la tribulación fueron salvos “por su propia sangre”, cuando los mataron por negarse a recibir “la marca de la bestia”. Esta absurda interpretación es completamente contraria a la verdad divina que declara que nadie, ni judío ni gentil, puede ser salvo sino solamente por la Sangre de Cristo, el Cordero de Dios.
En resumen, según el Futurismo ninguna de las grandes y tremendas profecías que se han cumplido ya, y las que se están cumpliendo hoy, pueden cumplirse sino hasta después de que haya acontecido “el rapto misterioso”. En honor a su nombre y como distintivo, el Futurismo ha enseñado desde sus inicios, y sigue neciamente enseñando hasta hoy que todo se cumplirá en el futuro. Por su parte, a los cristianos que están espiritualmente despiertos les es imposible creer y menos aceptar, las ideas inconsistentes y descabelladas de las interpretaciones erróneas del Futurismo. Y precisamente para confirmación de éstos y también para despertamiento de muchos, nos esforzamos a lo largo de estos escritos en considerar detenidamente los diferentes datos que ya hemos antes enumerado y muchos más.
Seguiremos insistiendo en el hecho de que, entre la multitud de profesantes cristianos que estuvieren aún alucinados por las fantasías proféticas mencionadas y otras más, hay creyentes sinceros que al leer u oír la verdad, la van a reconocer, a creer y a aceptar, y esto por el testimonio que el Espíritu Santo tenga de dar a sus corazones. Pues creemos firmemente que, en los cristianos de corazón limpio, no permitirá Dios que se cumpla la terrible sentencia ya antes citada: “por tanto pues les envía Dios operación de error, para que crean a la mentira para que sean condenados todos lo que no creyeron a la verdad, antes consintieron a la iniquidad” (2. Tes. 2:11-12).
Sabemos que la mentira nunca se presenta como mentira, sino con disfraz de verdad. La manifestación del anticristo, es precisamente, para mentir y para engañar: “asentándose en el templo de Dios, haciéndose parecer Dios”. Satanás, el engañador, ha usado con mucha efectividad el sistema de interpretación futurista fundado por el Jesuita Ribera. Mas las palabras poderosas de Jesucristo, nuestro Dios y Salvador, continúan cual un potentísimo faro, rechazando las tinieblas y diciéndoles a quienes le aman de corazón: “y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará”. (Juan 8:32).

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